Se supone que la gracia de Surface está en la capacidad multitáctil de su pantalla. El sistema es capaz de reconocer, no sólo los movimientos de varios dedos, sino que, además, puede reconocer simultáneamente los movimientos de varios dedos pertenecientes a varios usuarios. Toda una bacanal dáctilar.
De igual manera, la mesa es capaz de examinar los objetos que posemos sobre ella. Así, es posible que, si instaláramos la mesa en un restaurante, ella solita reconociese el vaso al posarlo y nos desplegara un menú con la lista de bebidas disponibles. El interfaz de Surface depende en gran medida de para qué la vayamos a usar, por lo que su software debe adaptarse de forma específica. En España, por ejemplo, Telefónica está trabajando en el desarrollo de aplicaciones para Microsoft Surface en los tiendas, banca, marketing dinámico, ocio y entretenimiento. De hecho, la operadora cuenta ya con varias Surface en su tienda insignia de Madrid, en la Gran Vía.
Lo malo es que hace ocho años todo esto sonaba muy bien. Pero en este tiempo, Apple ha sacado su famoso iPhone con pantalla multitáctil, otras tantas compañías no hacen más que sacar sus alternativas al iPhone y hasta los ordenadores de sobremesa o los neetbooks se han pasado a esta fiebre de poner los dedazos en la pantalla. Si hacemos un cálculo sencillo, la mesa táctil de Microsoft viene a costar más o menos lo mismo que 18 iPhones 3G o 9 ordenadores de sobremesa HP TouchSmart IQ500, por poner dos ejemplos multitáctiles.
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